Reseñas en "#28"

Aquello que muere cuando me muero, de Sofía Guzmán

Hay un momento en la vida de todo hombre en el cual se detiene a pensar cómo será el fin de sus días. Pensamiento que suele venir acompañado de incertidumbre, dudas, quizás hasta algo de temor, porque aunque, de alguna u otra manera, a todos nos ha tocado de cerca, la muerte sigue resultando desconocida.

Inevitable y perenne, el acto de morir está ligado a la vida como una amenaza constante. Y quizás sea este último instante fugaz, este último hálito vital, el que más nos asemeje, el que más nos acerque en nuestra finita humanidad. Porque no hay excepciones.

¿Cuántas veces, en vida, nos enfrentamos a pequeñas muertes, intentando negarlas, evadirlas?, sin darnos cuenta de que somos fruto de ellas, de ese abandonar para reiniciar, de ese perecer para rebrotar. Aquello que muere cuando me muero parte de allí, de este momento indisociable de nuestro ciclo vital y nos invita a repensarlo, a mirarlo cara a cara y a replantear nuestro modo de entenderlo, de vivenciarlo como algo que nos atraviesa a lo largo de nuestra existencia. La muerte como algo necesario, paradójicamente, como algo vital.

La muestra conjuga disciplinas como el dibujo, la cerámica, el arte textil y el video-arte para conformar una instalación en la cual la artista desnuda sus emociones más intrínsecas, despojándose de ellas y exponiéndolas al público, para crear, junto a él, un diálogo íntimo, aguzado, en el que el dolor adquiere una nueva trascendencia.

Series con dibujos de figuras humanas intervenidas y transformadas mediante hilos que parecen repararlas, reencarnan en ellas nuestra propia fragilidad. Flores y arcilla que se acumulan en un rincón, una pieza de cerámica descansando sobre un columpio, como signo palpable de aquellos sentimientos encontrados que, finalmente, han sido liberados. Cada elemento como parte de un mismo circuito que se constituye como ritual, como una peregrinación interna, necesaria y sanadora.

La muerte se presenta, no como el remate con el que hilvanar una despedida, sino como el pespunte que nos lleva a empezar una nueva pieza, a remendar viejas heridas, a ribetear las angustias.

Sofía Guzmán -artista visual que transita sus días entre las ciudades de Oberá y Posadas-, se vale de estas reflexiones para ir al encuentro del espectador, invitándolo a recorrer su yo más profundo, llevándolo a renacer esas vivencias que, quizás, quiso dejar olvidadas bajo la forma de un lejano recuerdo, para darles, ahora, un nuevo sentido, más intacto, más puro.

Y quizás la vida no sea más que eso, un cúmulo de experiencias que nos transforman y que van alivianando nuestros pasos a medida que nos acercamos a la recta final.

 

Yesica Troche es Profesora de Artes Plásticas. Estudiante de la Tecnicatura en Medios Audiovisuales y Fotografía, y de la Licenciatura en Artes Plásticas. FAyD.

Link relacionado: http://argentaplus.com.ar/expondran-aquello-que-muere-cuando-me-muero/

El antihéroe más histriónico de Marvel

Muchos se ha escrito y dicho sobre los héroes del universo Marvel: la fuerza bruta de Hulk, el patriotismo de Capitán América, la inteligencia de Iron Man. Pocos hablamos sobre los “antihéroes” del mismo.

Uno de ellos es Deadpool, quién se hizo presente en el 2016 con la película que lleva su nombre y de la mano del director Tim Miller, luego de 12 años de haberse gestado como proyecto, en 2004. En el film se narra el origen de este personaje a través de una historia cargada de violencia y con un humor orientado a aquellos adultos amantes de los cómics.

Wade Wilson (interpretado por Ryan Reynolds) es quien, en su mayor parte, nos cuenta tanto su historia, como el nacimiento de su alter-ego: Deadpool. Rompiendo la cuarta pared e interactuando con los espectadores, recurriendo constantemente a flashbacks y flashforwards internos que explican el origen de éste personaje, y con un guión muy interesante, cargado de “gags” hacia otras figuras del universo Marvel, a diversas películas de Hollywood y -por qué no- hacia el mismo Reynolds en sus papeles anteriores. Pero fue por su interpretación en este film que el actor ha obtenido varios premios del MTV Movie Awards, del Teen Choice Awards y de Los Premios de la Crítica Cinematográfica.

Las idas y vueltas de la historia dentro del relato se aprecian desde los créditos iniciales de la película, en dónde nos encontramos frente a un flashforward mientras se escucha sonar una balada. Cómo espectadores recorremos cada detalle de la escena que aparentemente se encuentra congelada, nos introducimos dentro de la misma y, con mucho humor, nos adelanta a una situación que ocurrirá más adelante. Deadpool, sentado en un puente, mira directo a la cámara y se dirige a nosotros para luego llevar a cabo una serie de acciones que finalizan con la situación de los créditos iniciales. En medio de esto, vuelve a interactuar con el público, con el fin de relatar la sucesión de hechos que le dieron origen, enviándonos al inicio de la historia para así presentar la vida de Wade Wilson y situarnos dentro de un flashback.

La película refleja claramente la esencia del personaje: rompe con algunas reglas ya establecidas y crea otras propias. Desde el inicio comprendemos que no nos encontramos frente a un héroe clásico, sino ante un tipo malo que cobra por golpear a tipos peores.

Aldana Castelli es estudiante avanzada de la Tecnicatura en Medios Audiovisuales y Fotografía, FAyD.

Link: https://www.youtube.com/watch?v=ONHBaC-pfsk

Mis modelos de conducta, de John Waters

Las preferencias para espiar la constitución de un ductus tan particular como podría ser el del director de la película de culto Pink Flamingo no requieren mayores incentivos. Waters, bien sabemos, no sólo es un director independiente, sino también el agitador de fiestas hollywoodenses, el creador de celebridades
bizarras, un vanguardista en el consumo de moda, un habitué de bares nada recomendables y un escandalizador recurrente de los modos de la sociedad norteamericana. El director de Baltimore propone un libro particular e inquietante: recorrer, y sobre todo, entender, el lado oculto de la cultura americana.
En casi todo el libro, sobrevuela el matiz biográfico y se comprende porque no hay gratuidad alguna, Waters se formó a partir de esos gustos, esas elecciones, esas experiencias y esas razones. El despliegue de “modelos” está formado por los más diversos personajes de la cultura estadounidense: desde los esperados
dada la personalidad del autor como directores de cine porno gay convencionales o duros, dueños de bares peligrosos, actores y actrices conocidos, integrantes de la alta sociedad, a diseñadores/as que modificaron gustos e impusieron tendencias, hasta cantantes de música melódica de una cursilería extrema. Todos ellos
señalan una conducta que Waters rescata, algunos por arriesgarse a cambios extremos en su campo, como algunos directores o fotógrafos; otros por iniciar senderos nuevos en el ámbito del diseño; e, incluso, salva del olvido a artistas que persistieron con su estilo a pesar de parecer anquilosados u olvidables. Pero, no hay
que olvidar que es un libro sobre modelos alternativos de una cultura y ésta aparece cada tanto para recordarnos que, por más rupturista que pueda ser una figura pública, pertenece a una sociedad y una historia. Entonces merece especial atención el tratamiento cuidadoso dado a la aparición de algunas prostitutas, algunos adictos o a los integrantes del ejército.
Waters indica con sutileza cuáles fueron los modelos para llegar a su figura pública, cómo los apreció, conoció o perdió. Guía la lectura hacia esa parte de toda cultura que no aparece en las tarjetas postales o los sitios turísticos, aunque no se posiciona sólo en la vacuidad del escándalo porque sabe, y hace saber a sus lectores, que la mayoría de los gustos rondan lo inconfesable o lo velado, o, cuando menos, lo incómodo.

Sergio de Miranda es Lic. en Letras. Docente investigador en la FAyD y en la FHyCS, UNaM.

Datos de la obra
Título: Mis modelos de conducta
Autor: John Waters
Año: 2012
Ed.: Caja Negra, Bs. As.
Trad.: Pablo Marín.

Link: http://www.cajanegraeditora.com.ar/libros/mis-modelos-de-conducta

Martillo de luz

construirnos imágenes
para intentar tener control
darle un lugar constitutivo
a nuestros recuerdos
a veces son coordenadas
diáfanas que pasan
y no comprometen
lo inmediato
otras;
somos una flor
que se alimenta
en el interior de una caja negra
pero no conserva
ninguna relación con la hipótesis personal
del accidente
un relámpago
que se sale del lenguaje
una planicie fiel
fértil que sedimenta una reflexión
apta para sentir
un falso calor exuberante
la herramienta
más cercana al vapor
donde la melancolía
y la dicha
pueden transformar el espacio
(en esa única sensibilidad
ya no son parte
de un síndrome bipolar)
es el martillo de luz
que corta,
tajea y nutre así
nuestra existencia:
sólo la memoria del cuerpo
puede restituirlo todo
sólo la piel
abre la puerta del presente

JOAQUÍN OREÑA es poeta y estudiante avanzado de Licenciatura en Psicología de la UBA.