Aquello que muere cuando me muero, de Sofía Guzmán

Hay un momento en la vida de todo hombre en el cual se detiene a pensar cómo será el fin de sus días. Pensamiento que suele venir acompañado de incertidumbre, dudas, quizás hasta algo de temor, porque aunque, de alguna u otra manera, a todos nos ha tocado de cerca, la muerte sigue resultando desconocida.

Inevitable y perenne, el acto de morir está ligado a la vida como una amenaza constante. Y quizás sea este último instante fugaz, este último hálito vital, el que más nos asemeje, el que más nos acerque en nuestra finita humanidad. Porque no hay excepciones.

¿Cuántas veces, en vida, nos enfrentamos a pequeñas muertes, intentando negarlas, evadirlas?, sin darnos cuenta de que somos fruto de ellas, de ese abandonar para reiniciar, de ese perecer para rebrotar. Aquello que muere cuando me muero parte de allí, de este momento indisociable de nuestro ciclo vital y nos invita a repensarlo, a mirarlo cara a cara y a replantear nuestro modo de entenderlo, de vivenciarlo como algo que nos atraviesa a lo largo de nuestra existencia. La muerte como algo necesario, paradójicamente, como algo vital.

La muestra conjuga disciplinas como el dibujo, la cerámica, el arte textil y el video-arte para conformar una instalación en la cual la artista desnuda sus emociones más intrínsecas, despojándose de ellas y exponiéndolas al público, para crear, junto a él, un diálogo íntimo, aguzado, en el que el dolor adquiere una nueva trascendencia.

Series con dibujos de figuras humanas intervenidas y transformadas mediante hilos que parecen repararlas, reencarnan en ellas nuestra propia fragilidad. Flores y arcilla que se acumulan en un rincón, una pieza de cerámica descansando sobre un columpio, como signo palpable de aquellos sentimientos encontrados que, finalmente, han sido liberados. Cada elemento como parte de un mismo circuito que se constituye como ritual, como una peregrinación interna, necesaria y sanadora.

La muerte se presenta, no como el remate con el que hilvanar una despedida, sino como el pespunte que nos lleva a empezar una nueva pieza, a remendar viejas heridas, a ribetear las angustias.

Sofía Guzmán -artista visual que transita sus días entre las ciudades de Oberá y Posadas-, se vale de estas reflexiones para ir al encuentro del espectador, invitándolo a recorrer su yo más profundo, llevándolo a renacer esas vivencias que, quizás, quiso dejar olvidadas bajo la forma de un lejano recuerdo, para darles, ahora, un nuevo sentido, más intacto, más puro.

Y quizás la vida no sea más que eso, un cúmulo de experiencias que nos transforman y que van alivianando nuestros pasos a medida que nos acercamos a la recta final.

 

Yesica Troche es Profesora de Artes Plásticas. Estudiante de la Tecnicatura en Medios Audiovisuales y Fotografía, y de la Licenciatura en Artes Plásticas. FAyD.

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