construirnos imágenes
para intentar tener control
darle un lugar constitutivo
a nuestros recuerdos
a veces son coordenadas
diáfanas que pasan
y no comprometen
lo inmediato
otras;
somos una flor
que se alimenta
en el interior de una caja negra
pero no conserva
ninguna relación con la hipótesis personal
del accidente
un relámpago
que se sale del lenguaje
una planicie fiel
fértil que sedimenta una reflexión
apta para sentir
un falso calor exuberante
la herramienta
más cercana al vapor
donde la melancolía
y la dicha
pueden transformar el espacio
(en esa única sensibilidad
ya no son parte
de un síndrome bipolar)
es el martillo de luz
que corta,
tajea y nutre así
nuestra existencia:
sólo la memoria del cuerpo
puede restituirlo todo
sólo la piel
abre la puerta del presente
JOAQUÍN OREÑA es poeta y estudiante avanzado de Licenciatura en Psicología de la UBA.