Los cambios que llegaron no se van a ir. Lo que aprendí con vos me lo quiero quedar, y la nostalgia; ¡la nostalgia! ¡Qué cosa que me aburrió!
Voy, haciendo pasitos muy lentos, nunca estamos segurxs de nada y mucho menos de lo que se vendrá. Por esto mismo disfruto lo efímero del polvo, porque la desconfianza que le tengo es segura y lo seguro me tranquiliza.
Pasé de creer que podías encender todo a ver cómo te desgranas de un segundo al otro. La fragilidad de las cosas también llegó para quedarse.
Lo sólido se me escapa, nos aburre casi siempre. Tocarte me dejó manchas que junté y se volvieron polvo. Con tu polvo me es posible revivir acciones pasadas, las revivo y reinvento. Esta vez, me las guardo en un lugar que creo poder proteger.
Observo en mi hacer como constantemente traspolo mis saberes en donde ignoro el resultado, estoy segura de que no es posible experimentar desde el total desconocimiento. Aprendemos de otrx y nuestra intuición se cría junto a ello. Tal vez, elijo copiar acciones/ideas de otros campos porque vi a alguien haciéndolo. No estoy sola. No me gusta pensar en “individuos”.
Hay personas que quiero mucho pero no me acuerdo de sus rostros. Hay abuelas de compañeras del secundario que quizás ya estén muertas pero en las imágenes de mi cabeza permanecen intactas. No viene a mi recuerdo el edificio de al lado de donde vivo pero si la rotisería en donde una sola vez compré empanadas hace dos veranos atrás. No estoy segura de cómo se eligen este tipo de cosas, pero me creo capaz de entrenar en base a la elección. La elección no elegida de nunca recordar si sigue la g o la j. La elección no elegida de tener que entender que algo me hizo mal porque me duele algo en el cuerpo
cuerpo
cuerpo copia
copiar
Los espacios en los que trabajo siempre se nutren, de alguna manera, de lo colectivo. Las voces y herramientas externas son mi gran compañía ¿qué consideramos como propio y ajeno per se? Cada proceso que hago me arrima una nueva inquietud, pero sé que la heurística no viene por sí sola.
Desde lo mimético puedo condicionar cualquier idea, como si fuese una soga de la que puedo agarrarme y desde ella posicionarme en un lugar que me da respuestas más certeras que las de una acción aislada, otra cosa que no me gusta: pensar en acciones aisladas como si existiesen.
Colecciono, copio, cocino, dibujo y escribo con un material que viene de bosques creados para ser quemados. Bosques inventados para que hagamos asados. Bosques con los que nos cruzamos y robamos de ellos un poco de leña para calentarnos. De vuelta, un material “externo” que me otorga posibilidades infinitas dentro del campo artístico. El carbón como material me estimula. Repensar cada pieza desde lo industrial hacia lo artístico es mi deseo. Su color negro opaco me atrae. Quiero demostrar cómo sus partículas se vuelven materia. Elijo un suelo y una vestimenta blanca para que se entienda, trato de ser lo más transparente posible ante un mundo que nos engaña.
Quiero con el carbón ayudarme, enviar señales a quienes no puedo llegar de otra manera. Decido utilizar la escritura como herramienta. Vuelvo a pensar en el polvo. Lo que me dijiste ayer hoy ya no tiene valor, al igual que la suciedad que el viento pudo alejar de mi balcón esta mañana. Escribir con polvo tiene un doble mensaje, no es solo lo que escribo si no también las posibilidades de este material, su fuerza que ensucia y su inestabilidad que se vuela. Todo lo que escuchamos y decimos termina siendo así.
Emilia Di Pascuale es artista visual. Actualmente se encuentra terminando la licenciatura en Artes Visuales de la Universidad Nacional de Córdoba.