Reseñas en "#21"

El éxodo misionero. Sobre el acceso a la tecnología en Misiones

En la entrega de julio de En la mira, en la versión digital por la red social Facebook, escribí una reseña sobre el libro Los condenados de la pantalla de Hito Steyerl, en el que la autora usa la categoría marxista de clase, para pensar las calidades y resoluciones de las imágenes digitales como marcas de su condición social de producción. Josi Guaimas, colega y amigo, comentó una crítica a las ideas de Steyerl que buscan contextualizarlas en el espacio y en el tiempo y con ello discutir la tesis central del libro: “(…) me parece que hace un análisis un poco del ámbito urbano o de parámetros de centros de producción, quizás ese punto de vista se fue resignificando a partir de hace 2 o 3 años. El lograr esa calidad HD no es tan opcional ni estratificador en el 2016 (…)” [Cf. “Contra la burguesía digital” en facebook.com/enlamira.boletinderesenascriticas].
Coincido con Guaimas en relación a la crítica del eurocentrismo y al momento germinal del boom digital sobre el que piensa Steyerl. A favor de ella, vale aclarar que su estratificación tiene que ver con una economía de la distribución de un capital que no es el material, sino que es político, porque es la del régimen de visibilidad. Contra ella, vale especificar –como contraejemplo- que aquí en Misiones, el acceso a la tecnología en general y a los dispositivos-pantalla se da claramente en un intenso intercambio con Paraguay, específicamente con Ciudad del este y Encarnación, los dos mayores polos comerciales por sus precios de bajos impuestos. Según declara un informe realizado este año, lo que mueve al éxodo cotidiano de la mayoría es “el combustible en primer lugar, luego textil-indumentaria, artículos electrónicos y, por último marroquinería y calzados.” Dentro del rubro electrónica son los smartphones en primer lugar, luego informática, tv`s led, sonido y dispositivos fotográficos. El fenómeno de los smartphones, que integra en un solo producto industrializado la telefonía, la informática, la televisión, la música y la fotografía habilita una sobreproducción y sobreconsumo de imágenes digitales, cuyos productores coinciden con una masa heterogénea y transversal a las clases sociales. Pero la inversión en cámaras fotográficas réflex o analógicas capaces de producir imágenes de alta calidad, no es la decisión de la mayoría, ni tampoco inaccesible. Sumado a esto, la red social de la imagen digital, Instagram está plagada de ciber-productores de fotografías “preciosistas”, que peleamos por ese líquido capital de lo visible desde cualquier punto del planeta. Pero también es interesante pensar la función ideológica de los propios dispositivos. Se me viene a la mente la idea de Silvia Schwarzböck del triunfo de la vida de derecha en la Argentina posdictadura, mediante el régimen estético, y me parece que un factor decisivo en la realización práctica de esa vida (despolitizada, descorporeizada, individualizada, privatizada) tiene que ver con la digitalización de las experiencias, las de todos los días. El usuario premodelado coincide virtualmente con el sujeto utópico de la derecha. Y ahí vuelvo a acordar con Steyerl que quiénes y cómo aparecemos o desaparecemos sigue siendo la arena de la disputa. Todo lo anterior va como pregunta y lo que sigue también: ¿Qué constelación constituyen la gobernabilidad de la población, un IMax, el consumo de pantallas en Paraguay y la despolitización? ¿Qué posibilidades hay de ser un usuario alternativo al premodelado por el dispositivo industrial? ¿Cómo producir imágenes digitales que no reproduzcan la vida de derecha? ¿Qué sentidos tiene imaginar o ensayar exilios del panóptico digital?

Manuel Molina es Artista Visual, Investigador, Becario CONICET, Licenciado en Artes Visuales y estudiante avanzado del Doctorado en Artes de la Universidad Nacional de Córdoba.

Link relacionado: Contra la burguesía digital

La niñera y el hombre de azúcar: Cruces entre Vivian Maier y Sixto Rodríguez

Se realizarán aquí cruces parciales entre la vida de Sixto Rodríguez y Vivian Maier a partir de los documentales “Searching for Sugar Man” (2012) y “Finding Vivian Maier” (2013).

Vivian Maier (1926-2009) trabajó de niñera la mayor parte de su vida y nunca realizó una carrera artística. Después trabajar en una fábrica de ropa en Nueva York “se dio cuenta de que quería hacer algo donde pudiera estar afuera en el mundo, al aire libre, y ver el sol, así que ella tomó el trabajo de niñera” (John Maloof, 2013). Los hermanos Ginsberg, a los que había cuidado de niños, cuidaron de ella hasta su fallecimiento.    

A diferencia de Maier, Sixto Rodríguez (1949) sí tuvo una carrera artística como músico y trabajó para una disquera. Pero, luego de recibir malas críticas y por las bajas ventas, fue despedido del sello y en 1981 se retira de la escena musical. Los años siguientes trabajó en la demolición y demás trabajos pesados, se postuló sin éxito varias veces a cargos públicos. En 1998 retoma su carrera musical y realiza su primera presentación en Sudáfrica donde era una figura de culto. Sin tener conocimiento de ello la música de Rodríguez fue adoptada como un símbolo de la lucha contra el apartheid.

Al comparar las vidas profesionales de estos dos artistas por un lado vemos que Maier optó por la profesión de niñera, decisión vinculada a su necesidad artística, que era estar en la calle tomando fotos. Rodríguez en cambio fuera de su carrera musical realizó una carrera política con el fin de brindar un servicio a la comunidad la que pertenecía, así como antes lo hizo con su música.

Sobre la práctica artística de cada uno se puede señalar: Rodríguez requirió lanzar dos discos para difundir su música, debió firmar un contrato con una disquera para difundirlos, es decir que se insertó en la industria musical, y por las características de la misma fue despedido y no grabó otro disco de estudio desde 1971. En cambio Vivian, con su cámara Rolleiflex y mientras trabajaba de niñera, continuó su práctica fotográfica sin realizar una sola muestra en su vida. Toda su obra se conoce a partir de que John Maloof, en 2007, compró una caja con negativo. De otra forma, muchas de sus fotografías se hubieran perdido en la basura. Entonces, podemos pensar la vida de esta fotógrafa como una estrategia, como la preparación de una gran obra póstuma.

Tanto Maier como Rodríguez, de distintas formas, encarnaron a una especie de Clark Kent encubriendo a su ser artístico, permitiendo así continuar con su práctica.

 

Santiago Krause es Artista visual y performer. Licenciado en Artes Plásticas FAyD, UNaM.

 

Fichas técnicas
Título original: Finding Vivian Maier
Año: 2013
País: Estados Unidos
Dirección: John Maloof, Charlie Siskel
Duración: 83 min.
Link: https://www.youtube.com/watch?v=Q-GXm9OKgtw

 

Título original: Searching for Sugar Man
Año: 2012
País: Suecia
Dirección: Malik Bendjelloul
Duración: 87 min.
Link: https://www.youtube.com/watch?v=UAYCxT418RA

TELEVISIÓN LEEEEEEEEENTA

Un interesante y llamativo fenómeno está ocurriendo en Noruega donde triunfa la televisión lenta. Llamada “Slow TV” no cesa de congregar la atención de miles de espectadores que dedican su tiempo a mirar extensas sesiones de registro audiovisual donde todo transcurre con total normalidad. Son bloques extensos de varias horas de duración donde aparentemente no pasa nada. Allí se puede ver a una persona tejiendo un abrigo, puede verse el recorrido de un tren entre un destino y otro, horas de pesca del salmón sin más intervención que la nada misma en términos televisivos. Todo parece indicar que tantas décadas de intenso bombardeo desde la pantalla con luchas feroces por el “rating” han decantado en esto, en el hartazgo del espectador por seguir consumiendo esas cruentas batallas donde no gana el que más sabe sino el que muestra los extremos de manera más directa y desde donde los productores no dudarán un instante en hacernos ver hechos resonantes, con escenas violentas de todo tipo, por supuesto con la cuota de morbo presente, donde no faltará el componente sexual y las referencias escatológicas. Presenciamos una TV totalmente errática y veloz que ya casi no pre-produce y que pone a un coro de panelistas a discutir retazos audiovisuales que toman de los noticieros, de las redes sociales y de otros programas, todo, para reproducir un contenido de dudosa calidad para terminar construyendo un espectador alienado quien, entre otras cosas, tiene para incorporar a su día cosas importantes como descubrir al fin quién es el amante de la nieta de fulana, en qué hotel pasaron la noche la cantante y el político, cuántos goles erró mengano y cuál es la fortuna de los herederos de Empresa Pirulo.

Para tratar de entender el fenómeno, deberíamos remitirnos a los inicios de la fotografía y su derivación en el formato-cine para desembocar en la caja-tv para ir reconstruyendo tramo a tramo bastante de gloria pero con mucho de fracaso. ¿Con la Slow TV, podríamos decir que hemos regresado al origen? Tal vez. Antes de la aparición de la fotografía lo que teníamos a nuestro alrededor debía ser registrado en nuestro sistema neuronal y luego sería recordado por años para mantener viva aquella escena y si eso no alcanzaba supimos como humanidad recurrir a garabatos, pinturas rupestres ¿se acuerdan? grabados y más pinturas que nos permitieron registrar batallas, retratos, escenas de la vida cotidiana y claro está, en esa vivencia analógica del presente todo era muy lento.

Tuvieron que pasar todos estos años, desde 1826 (inicio de la fotografía) a la fecha para que recorramos un camino de total vértigo visual donde ningún contenido fue suficiente, donde fue necesario más y más del látigo visual que golpee nuestros sentidos para que permanezcamos frente a la pantalla minuto a minuto. Esa arritmia de pulsos, estallidos de colores y sonidos machacando nuestros sentidos termina dejándonos de pronto, humanizados y simples frente a la televisión lenta de los noruegos, que nos detiene finalmente ante nosotros mismos, ante nuestras historias mayores y menores, ante humildes relatos de la vida diaria, mostrando nuestras experiencias mundanas, nuestras rutinas, para constituir el escenario real desde donde aprender otra vez y reconocernos. Tal vez a través de esa televisión lenta podamos volver a encontrarnos observando nuestro alrededor, dedicándonos a registrar todo de otra manera. Tiempo quizá de mirar nuestro paisaje, ver cómo se hace la yerba al modo barbacuá, cómo se carpe un rozado, cómo se melan las colmenas, cómo se pesca con una latita y tanza el bagre amarillo desde la costa, cómo se cosecha el té, cómo se hace un reviro, cómo se recorren 5 kilómetros a pie para llegar a la escuela, cómo se prepara un buen mate, es decir, elaborar las condiciones para que volvamos a mirar con lentitud, sabiendo que ese universo “leeeeeento” que pasa ante nosotros no es otra cosa que nuestra propia vida moviéndose a la velocidad de la vida misma.

Jan Kislo es Artista Visual. Profesor y Licenciado en Artes Plásticas. Docente UNaM.

Link relacionado: http://jankislo.com/portfolio/

Viadas

“Los dioses compartimos un terrible secreto: los hombres son libres y no lo saben”. Jean Paul Sartre

 

Anarquismo trashumante. Crónica de crotos y linyeras (2008) fue un libro primeramente conocido con el título En Pampa y la vía. Crotos, linyeras y otros trashumantes, publicado en 1998 por Osvaldo Baigorria (1948-). En esta nueva versión, el escritor, periodista y docente argentino, amplía sus líneas sumando un capítulo fundamental a la historia previamente celebrada. Los orígenes del croto, así como nos describe su investigación, datan en la Argentina de la primera mitad del siglo pasado, asociada al trazado ferroviario. Dos apéndices al final, nos ofrecen un glosario de términos linyeras que suman al relato, las particularidades de esta subcultura nacida en las vías y un apartado con sus coloridos refranes, como: ¿De qué sirve tener rancho si el alero no da sombra? Que nos indica que no siempre poseer bienes materiales da felicidad.

Si bien, en la historia humana, siempre hubo trotamundos -desde los ascetas peregrinos o samanas descritos por Hesse en Siddhartha; pasando por los truhanes medievales; hasta llegar a finales del siglo XIX con el wandervogel (pájaro errante) alemán-, lo cierto es que el croto, como tal, fue un nombre aceptado en nuestro país desde 1920 por una disposición de José Camilo Crotto, gobernador de la provincia de Buenos Aires, en la que se autorizaba a los trabajadores golondrinas a viajar gratis en los trenes de carga. De allí, que su origen etimológico sea considerado de carácter de político. La diferencia fundamental entre un croto y un sin techo, está dada en la voluntad de la renuncia del primero. La búsqueda del lugar de no-pertenencia y la huella que conduce hacia sí misma: la viada (la vida en las vías).

Además de presentar casos y figuras famosas -entre ellos su propio padre, el Pibe Materia– dentro de esta subcultura formada en el andar y fuera del sistema socialmente impuesto al hombre, lo interesante de la recopilación de relatos narrados por Baigorria está puesto en la libertad del espíritu humano. Hay un acercamiento de tipo filosófico a la idea de libre pensamiento, que no involucra mover el cuerpo: uno bien puede ser anarquista desde donde esté situado. Luchar contra los moldes prefabricados en los que -cada vez más- la sociedad presiona para que encajemos, será tarea para aquellos que aún posean la fuerza para resistir(se).

Anarquismo trashumante finalmente nos enseña que “El andariego no quiere otra cosa que andar. La huella es un fin en sí.” Y es allí donde reside su esencia, donde el camino se convierte en destino. Y ese destino para el croto es el camino mismo.

 

Valeria Darnet es artista grabadora. Crítica. Licenciada en Artes Plásticas. Docente UNaM.

 

Título: Anarquismo Trashumante. Crónica de crotos y linyeras.
Autor: Osvaldo Baigorria
Colección: Utopía Libertaria
Editora: Terramar Ediciones
Ciudad: La Plata
Páginas: 160
Link editorial: http://www.cuspide.com/9789876170482/Anarquismo+Trashumante