Reseñas en "#41"

Los peligros de fumar en la cama – Mariana Enriquez

Siempre me encontré con resistencias para orientar mis lecturas hacia nuevas voces que aparecen en redes sociales y comentarios; sin embargo, este año quise salir de esta zona de confort y sobre todo encontrar nuevas escritoras que renueven el repertorio. En ese camino, me encontré con Los peligros de fumar en la cama de Mariana Enriquez, en un acto arriesgado tomé el libro sin mucha investigación previa, solo sabía que era una autora que estaban nombrando mucho en Twitter e Instagram.

¿Será una novela o cuentos? Pensé, y me dejé llevar por las historias, un cuento, dos, tres… no podía parar; una serie de relatos fuertes que coquetean todo el tiempo con la incertidumbre entre lo realista y lo no tanto, hilvanándose con temas de nuestro cotidiano y también con aquellos que rodean el imaginario colectivo. 

¿Es fantástico o terror? La verdad que los tintes cortazarianos hacen ver estos cuentos en la frontera de la duda que propone el género fantástico, lo extraño, y lo terrorífico de situaciones jamás pensadas.  En partes las descripciones pueden ser grotescas, pero realmente suman al sinfín de sensaciones que caracterizan al libro como adictivo. 

Una lectura liviana y novedosa, que me hace pensar que está bien seguir los instintos y animarse a las lecturas contemporáneas, a nuevas voces que nos abren a nuevos mundos retorcidos, a la percepción de nuevos sentidos en lo habitual y a la sed de más relatos que, según los medios, se aproximan a través de una nueva serie de Netflix, la cual estaré aguardando. 

Mariana Florencia Kachuk es Profesora de Lengua y Literatura. Integrante de proyecto de Investigación FAyD, UNaM.

Datos de la obra
Autora: Mariana Enriquez
Título original: Los peligros de fumar en la cama
Año: 2017
Editorial: Anagrama
Pp.: 232

Link editorial

El rock rioplatense: de MTV a Spotify

Levante la mano quien haya escuchado algo de las siguientes bandas de rock rioplatense: Mejor Actor de Reparto, Acorazado Potemkin, Facón, La Mujer Barbuda, Los Espíritus, Octafonic; o de los siguientes nombres propios: Axel Krigier, Francisco Bochatón, Nicolás Sorín. Todos estos nombres circularon o circulan aún dentro de ese imaginario que convencionalmente llamamos “rock” pero no llegaron a la trascendencia, proyección internacional y popularidad masiva que tuvieron -y tienen- Soda Stereo, YKV, Los Pericos, Los Auténticos Decadentes, Spinetta, Páez o Calamaro. 

No es un secreto que, de un tiempo a esta parte, hubo cambios culturales y tecnológicos que habilitaron espacios de difusión y posibilitaron la exposición de artistas que ya no están a merced de ser “descubiertos” por una compañía discográfica. La posibilidad de grabar en casa con tecnología accesible, el acceso a redes sociales y plataformas gratuitas para compartir las producciones, entre otras que surgen aceleradamente en el bioma digital internáutico. Así, se multiplicó exponencialmente el número de artistas (desde los aficionados menos rigurosos hasta los músicos profesionales) a lo largo del siglo XXI. En algunos casos, lograron captar un público más o menos amplio, más o menos fiel. Pero fuera de estos círculos de seguidores, se mantuvieron alejados de la masividad, de esa llegada de las grandes bandas y solistas que formaban parte del acervo colectivo más allá de que a uno le gustaran o no. Por ejemplo, uno podría no haber sido un seguidor de Los Redondos, sin embargo, difícilmente ignoraba su existencia o desconocía al menos el estribillo de “Un poco de amor francés”.

No sé si para bien o para mal, cierto paradigma (el del estrellato) comenzó a perder fuerza dentro del ambiente del rock rioplatense. El siglo XXI aún no nos ha provisto de un Cerati, de un Divididos, de un Babasónicos. No en tanto cualidades artísticas o talento, sino en tanto proyectos musicales de gran exposición pública. Hubo algunos conjuntos -El Mató a Un Policía Motorizado, por mencionar uno- que estuvieron cerca pero luego su popularidad se diluyó y repartió entre unos pocos “iniciados”. Otros mantuvieron cierto nivel de popularidad, pero en virtud de fórmulas para el éxito y en desmedro de la experimentación y la originalidad, como los uruguayos de No Te Va a Gustar, más inclinados a dar el gusto a un público de consumidores de cierto pop latino.

Creo que ese paradigma tuvo con Catupecu Machu su último referente y su carta de defunción fue el lapidario disco quíntuple de Calamaro, “El salmón” (2000). Luego de eso, las grandes estrellas del rock rioplatense mantuvieron su estatus mediante reciclados, reinvenciones y sociedades con bandas y músicos de otros ámbitos; en intentos más o menos dignos, más o menos afortunados, más o menos interesantes según el caso. Luego de eso, en las dos décadas que ya lleva este siglo, ninguna banda o solista logró trascender y permanecer en el tiempo con una propuesta estética sólida, con una identidad propia, con un carisma magnético. 

Como cierre, una aclaración: no escribo esta nota con nostalgia por un “pasado mejor”. Celebro que las condiciones actuales permitan una proliferación de artistas cuyas obras, en otros tiempos, no hubieran superado el confinamiento forzoso y la espera de un golpe de suerte. Solamente expongo una situación llamativa a la espera de discusiones productivas al respecto. 

Sergio Quintana es Profesor y Licenciado en Letras, y Magíster en Semiótica Discursiva. Se desempeña como docente e investigador en la UNaM.

S/T – Hugo Braga

Fotomontaje digital.

Leandro N. Alem, Misiones.

Septiembre 2021.

Hugo Braga es Artista plástico, músico,licenciado en Artes Plásticas por la Facultad de Arte y Diseño de Oberá. Nación en Leandro N. Alem Realizó y participó en diversas producciones musicales, literarias y teatrales de manera individual y colectiva. Participó, además, en varias muestras individuales y colectivas, entre ellas: “Extras” (Taller de Arte El Cubo, Leandro N. Alem, 2013); “Antes del Tiempo” (Trillo espacio de arte, Oberá, 2011); “Asociación Ilícita” (Centro Cultural Vicente Cidade, Posadas, 2007); “El Tercer Pie” (Centro Cultural Argentino, Fiesta Nacional del Inmigrante, Oberá, 1998); “Poética Móvil” (Chubut, Argentina, 2010); “Diagnóstico Reservado” (Facultad de Artes y Diseño, Misiones, Argentina, 2010); “Tratamientos” (La Cueva, Rosario, Argentina, 2009); “Argentina Pinta Bien 2007” (Centro Cultural Recoleta, Buenos Aires, Argentina, 2008).También se destaca por su versatilidad en otras disciplinas, como música, poesía y dramaturgia. Actualmente integra la banda “No Cantes, Victoria”.

http://www.saicuma.org/users/lic-hugo-braga 

Galopar la infancia en la ruralidad: ideas sobre Fidel, niño valiente

El camino desde la infancia hacia la adultez suele ser un proceso complejo en el cuerpo y en las emociones, un proceso que abarca miedos, inseguridades, desafíos, aprendizajes, crecimiento. Pero resulta aún más conflictivo el paso inmediato de la infancia a la adultez sin atravesar el camino de sobresaltos, expresados en una temprana búsqueda del mercado laboral por el empuje de la situación económica.

Lejos de militar “una cultura del trabajo” que explota infancias y demanda tareas laborales mal pagas, Fidel, niño valiente llama a una profunda reflexión social sobre las circunstancias del sistema que interrumpen e intervienen -en lo posible- el proceso de aprendizaje de la niñez, aquel sin maldades y con amistades entrañables. Digo en lo posible porque, en el filme, el protagonista Fidel no puede dejar de ser niño y hacer actividades de niño: reír, jugar, aprender, divertirse, ensuciarse. No puede ni quiere, a pesar de que tuvo que migrar desde Paraguay a Misiones y trabajar para sobrevivir.

En medio de ese mundo de lo que implica ser niño en la ruralidad, Fidel tiene el don de ser un gran jinete a tan temprana edad. Su caballo “Che Negrito” es una representación de amor genuino, al mismo tiempo que representa un salvavidas económico en un territorio hostigado por las empresas forestales. En una historia familiar signada por la migración y las dificultades económicas, el caballo es la compañía que apabulla la extrañeza a la familia y al pueblo.

Fidel deja que se cree un mito en torno a él, no interviene en las conversaciones que hablan sobre sus carreras en la tierra colorada, él solamente actúa bajo sus dos convicciones de niño-adulto: disfrutar de ser niño y ayudar, mediante el triunfo, al sustento económico de su familia; o mantener esa esperanza del triunfo, que nos remite a una ilusión mundialista en épocas de Maradona. 

Las diferentes texturas de la imagen traen una pregunta que, para el espectador, siempre resulta conflictiva en este tipo de obras: ¿hasta dónde es una puesta en escena y hasta dónde no lo es? La respuesta a esta pregunta aparece en una lectura del montaje, donde las emociones se aceleran y la adrenalina exaspera.

La historia es un trágico derrotero del sistema social, económico y político en el que vivimos. Pero, en ese trágico derrotero, conocemos a Fidel, despedimos al Che y recordamos a Maradona. Las alegrías y los símbolos populares se funden en un abrazo colectivo, un abrazo como el que queremos darle a Fidel cuando llegamos a la placa de créditos.

 

Leandro Zerbatto es Técnico en Medios Audiovisuales y Fotografía (UNaM), Lic. en Cine y Audiovisual (UNILA), Maestrando en Cine de América del Sur (UNA).

 

Título original: Fidel, niño valiente

Dirección: Mario Verón

Producción: MST Libertad Misiones, Puatarara Films

Género: Documental | infancia.

Año de estreno: 2021

País de origen: Argentina

Duración del film: 74 min.

Reparto principal: Intervenciones de Enrique Yuka Caballero, Erico Canteros, Fidel Canteros.

Fotografía: Pablo Bruzzone

Música: Lucas Guinot