Reseñas en "#38"

De cuando el poder patriarcal se apropió de las consignas feministas

En tiempos de deconstrucción, visibilidad y espacio público para los movimientos feministas, un contexto de campaña local, provinciano y periférico fue el escenario donde la cuestión de quién puede ejercer poder volvió a actualizarse en clave de género. En este sentido, nos referimos puntualmente al estreno de la ley conocida como de paridad de género. Al tiempo que desde el oficialismo de Misiones también sus varones y conductores aplaudieron esta medida para cargos electivos, desde ese mismo lugar se actualizaron miradas hegemónicas y conservadoras respecto del protagonismo de la mujer en lugares de poder en la provincia. El status quo fue restablecido.
En Misiones “las candidatas” pueden aspirar a construir y acumular poder. La ley de paridad las asiste. No obstante, ¿dónde entraría en el esquema actual del partido gobernante la mirada de las mujeres e identidades disidentes más allá de la clase media urbana posadeña, atada a cierto estereotipo sobre cómo participar de la política? ¿Se puede superar en estos espacios la matriz que nos dejó Evita: esposa, leal, obediente, relegada en el ejercicio del poder? ¿Es solo bijouterie, retórica oportunista o efectivamente, los varones de los partidos tradicionales están dispuestos a compartir y construir poder con sus compañeres sin tutelarles o minorizarles? ¿Hay acceso a recursos, territorios, espacios de decisión con mirada crítica y autónoma en la real politik, para los que no sean leales y obedientes?
Además desde el poder efectivo ¿cómo piensan la equidad las mismas funcionarias, legisladoras, militantes, cuando las mujeres cuidadoras del ministerio de Desarrollo Social son las peores remuneradas de la provincia? ¿Sólo hay espacio para seguir dando respuestas con dispositivos que policializan la violencia de género? ¿Se puede pensar en atender la problemática fortaleciendo los organismos de prevención con contención eficiente? A les profesionales encargades les resulta casi imposible lograr condiciones de trabajo y atención dignas.
Hacer política y ser mujer en ciertas estructuras, nomás actualizan la idea que las mujeres, por ser mujeres, traen consigo el tutelaje de un varón: ¿Un padre, compañero, primo, padrino? Asimismo, trae atada la idea que si vas con el partido oficialista y dominante no es posible ejercer el poder más que desde la construcción de fidelidades y la obediencia. Horizontal y vertical. La cultura política  local y su caudillismo alinea y disciplina por doquier.
Recordemos como ejemplo que en marzo pasado tomó estado público la nota del Superior Tribunal de Justicia integrado por mujeres y varones donde se quejan al Poder Ejecutivo de la titular del Ministerio de Derechos Humanos por su intervención en procesos de desalojos de sectores populares. Un modo particular de actualizar a las mujeres funcionarias que la relativa autonomía y los criterios propios no son habituales en esta gestión. También de recordarles que el techo de cristal existe. Y que en Misiones tiene historia. ¿Pudo acaso ocupar un lugar ejecutivo Mercedes Oviedo, aún con bases propias y acceso a recursos en el PJ? ¿Y Mabel Marelli o Gloria Llamosas dentro de la UCR?
Una vez más queda planteado que solo con ley de paridad de género no alcanza y que con la sola presencia de mujeres en todos los espacios no se avanza en políticas públicas que efectivamente atiendan y transformen su situación estructural de subordinación y precarización en materia salarial y simbólica, en zonas urbanas y rurales.
La historia nos recuerda que nada nos será regalado y que ahí están las calles que también son nuestras y que las habitamos como recordatorio de que hay otras formas de ejercer la política, el poder y la representatividad. Allí estamos y el 3 de junio un día después de las elecciones, con #Ni una menos, las mujeres marchamos nuevamente. Allí, fue notoria la ausencia de mujeres funcionarias y candidatas del partido gobernante. A veces la resaca electoral también nos sirve para mirar el horizonte y volver a apostar porque “otra política y ejercicio del poder” son posibles.

 

Marina Casales es Periodista. Lic. en Comunicación Social. Docente-Investigadora, UNaM

 

Los Vagos y la mirada en el espejo

En 2018 se estrenó la ópera prima de Gustavo Biazzi, (1978), titulada “Los Vagos”, etiquetada bajo el género que se conoce como coming of age. Es la historia de Ernesto y sus amigos, los vagos, durante un verano posadeño que recorre todos los lugares comunes de ciertos mandatos masculinos.
Los personajes, tanto masculinos como femeninos, son fácilmente reconocibles, cercanos en alguna medida. Tal vez por ello invitan a la identificación que puede oscilar entre la dolorosamente consciente aceptación o el intolerable rechazo por hartazgo. “Los vagos”, entonces, nos presenta un espejo, una suerte de sociograma ambientado en los noventa que nos devuelve un pequeño y anecdótico drama individual y con ello la mostración de nuestra arraigada cultura patriarcal. Un retrato con algunas notas nostálgicas, otras realistas, algunas redundancias que nos muestra modelos de crianza (masculinos), de relaciones sexo-afectivas, mandatos de género, formas de ser jóven, modos de ser locales, modulaciones e inflexiones de
nuestro hablar misionero y también los rasgos de nuestras estructuraciones societales (capital -interior, público-privado, jerarquías heteronormativas).
Los reconocimientos son casi inevitables pero no necesariamente empáticos. La transformación del protagonista, que se anticipa interna, se sabe inexorable; aunque la espera pueda exasperar a aquellos espectadores con ‘metabolismos narrativos acelerados’.
El relato sostiene la mayor parte del tiempo el modelo clásico de la transparencia enunciativa. Pero no se trata de una descripción ascéptica de lo que significa ser varón. Aunque sutilmente manifiestas, aparecen algunas marcas que develan una manera masculina de mirar y de contar, con sus luces y sombras. Atisbos de esa mirada revelan el orden de las visibilidades: el placer del sexo, los cuerpos disponibles bajo la pulsión del deseo escópico compartido; mientras que frente al llanto y la tristeza del protagonista la mirada sólo se arrima desde el umbral y se aleja dejándonos la oscuridad de una pared impenetrable frente a la intimidad del dolor de un varón. Es esa mirada la que puede ser enjuiciada y ya lo fue en algunos contextos, criticada, comprendida, debatida o dialogada tal vez, desde múltiples lecturas situadas.
Un relato que, superado cierto tedio del tempo narrativo, se abre a los enredos y a las tramas de una sociedad en la que los mandatos de género ya se discuten públicamente. Pero esa es ya otra historia. Sólo resta decir que como en el film la vida sigue a pesar de todo y cada uno sabrá con qué hermandades continua hacia adelante o si se queda mirando el espejo que ya lo sabemos está hecho añicos hace rato.

 

María del Rosario Millán es Doctora en Semiótica (UNC). Docente UNaM. Investigadora CONICET.

Ficha técnica
Título original: Los vagos
Año: 2017
Duración: 92 min.
País: Argentina
Dirección: Gustavo Biazzi

Guion: Gustavo Biazzi
Fotografía: Alejo Maglio
Reparto: Agustín Ávalos, Ana Clara Lasta, Emanuel Gómez, Juan Pablo Vitale,
Marcelo Enríquez, Walter Casco, Bárbara Hobecker
Productora: La Unión de los Ríos

Link trailer: https://www.youtube.com/watch?v=Lb6tlpNNPlM

La condición femenina, divertida, estremecedora y admirada.

“(…) Lo cierto es que mientras estaba en el estrado, sonriendo, hablando tan alegremente del futuro de las mujeres, la sangre le goteaba y le resbalaba por el muslo, empapándole la media e introduciéndose en la bota.
Sangraba profusamente. «Gracias a Dios –se dijo, mientras hablaba de otras cosas con otra gente–, que me he puesto un vestido largo y botas, y no se ve.» se pasó veinte minutos hablando, y sangrando.
Al echar la vista atrás, recordaría ese día como una broma y una victoria, pero a costa de quien, y sobre quien, no sabría decirlo.”

 

En este tiempo donde la condición femenina recorre las posiciones más radicales, en tanto lucha de reconocimientos y declaraciones frente al mundo; los relatos de Margaret Drabble, un total de trece, reunidos bajo el título “Un día en la vida de una  mujer sonriente”, nos presenta un universo de mujeres comunes en roles y relaciones diversas desde espacios íntimos, sociales y profesionales. Nos ofrece reconocernos en ellos y nos otorga el placer de ser irónicas para con esos otros: los casuales, los permanentes, los esperados, los ausentes. Son textos realizados a lo largo de cuatro décadas, que dieron inicio en sus tiempos de estudiante, y hasta fines del siglo XX. Una mirada a través de las mujeres de sus relatos que le permite poner en discusión la realidad de su tiempo.
Los personajes femeninos son, casi todas mujeres de mediana edad, curtidas por la vida y sorprendidas en algún episodio comprometido. Son mujeres normales, salvo la científica que descubre el “gen de la vanidad”, se trata de una entrada en profundidad en el territorio de la normalidad, de una vida común. Una muestra exquisita de la capacidad de ironía, lirismo y amplitud discursiva de una de las narradoras británicas más importante del siglo XX.

Daniela Pasquet es Diseñadora Gráfica. Docente-investigadora UNaM.

 

Datos de la Obra
Título: Un día en la vida de una mujer sonriente.
Autor: Margaret Drabble
Ed.: Impedimenta
Año: 2017 (2011)
Ciudad: Madrid
Pp: 281

Link: http://impedimenta.es/libros.php/un-dia-en-la-vida

Ausentes

Artista: Yohana Pedrozo.
Título: Ausentes.
Año: 2019.
Técnica: Bordado sobre tela.