“Entre nosotros, el disfraz tiene que ser total. (…) Sin monstruos ni dioses, el arte no puede representar nuestro drama” dice H. B. Chipp en su libro Teorías del arte contemporáneo. Fuentes artísticas y opiniones críticas (1996: 585). Rocío Mikulic -estudiante en etapa de tesis de Lic. en Artes Plásticas por la FAyD- lo sabe; lo supo siempre. Y, desde entonces, no ha descansado en encarnar nuestro universo real en un mundo fantástico, donde los protagonistas de la escena, son sus criaturas dibujadas, pintadas y esculpidas.
Tras la espesura nos acerca nuevamente a ese lugar ficcional donde los seres que lo habitan nos observan expectantes, con ojos tristes y pacientes. Una serie de entes imaginarios, algunos con peculiaridades híbridas humanas, surgen de las líneas del bolígrafo o del acrílico con el mayor detalle posible y la minuciosidad que caracteriza el trazo y las formas de Mikulic.
Las marcas del monte se inscriben en las pieles de estos seres desconocidos, se reproducen en ellas; como si se quisiera dejar sentado que ellos son parte de ese terreno tan exuberante que los rodea, no sólo por habitarlos, sino por mimetizarse con la materia prima que los contiene. La madera, la tierra colorada, el agua, los verdes de la vegetación, los pequeños animales con quienes conviven. Los selvandantes, por ejemplo, son quienes protegen ese espacio, representan la biodiversidad y tienen el poder de trasladar en sus cuerpos pedazos de selva en extinción hacia la fantasía, para resguardarla de la destrucción humana.
El título nos remite a la develación: mostrar lo que se encuentra detrás, aquello oculto a la percepción cotidiana, por racionalidad, por la pérdida de la utopía o por otras varias excusas que quisiéramos ponernos. Este es un espacio creado para relegar la realidad a la fantasía. Mikulic plantea en él, personajes angustiados, con miradas existenciales que nos interpelan a preguntarnos si sabemos cuál es el alcance de nuestros actos sobre la naturaleza, temática que se mantiene constante en toda su obra.
En esta oportunidad, Mikulic reconoce su contexto, ya no huye de él. Jean Marc Besse sostiene que antes de ver los paisajes, los habitamos. Pero ese acto de habitar, nunca es plenamente consciente. No es casual que la muestra se emplace dentro del viejo Hotel Cataratas, ubicado dentro del Parque Nacional Iguazú. Quienes lo transitan, pasan desapercibido aquel lugar de antaño, que fue construido en 1922, sede de tantos viajeros, y que fue, de hecho, anterior al Parque. En 1934 ingresó al patrimonio de la entonces Dirección General de Parques Nacionales y Turismo, y funcionó como Hotel de Turismo hasta 1976. A lo largo de su trayectoria ha sido sede de varias dependencias, hasta su cierre en 2012 para ser remodelado. Hoy, el edificio conserva su fachada donde alberga oficinas administrativas, salas de conferencias y un pequeño museo del viejo hotel. Aunque rara vez se utilice el lugar y poca gente lo conozca como tal, Mikulic ha decidido que desde allí, debe mirarse su obra: desde la primera construcción que hubo en la selva de Iguazú, antes de que existiera un parque para conservarla. Ante tal declaración puesta en obras, Tras la espesura se presentará del 07 de julio al 20 de agosto y es, sin dudas, una oportunidad para acercarnos a lo real maravilloso, que hasta el mismísimo contexto, no podría ofrecernos.
Valeria Darnet es Lic. en Artes Plásticas y crítica. Artista grabadora y docente UNaM.
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