Desde épocas remotas la aparición del monstruo ha indicado supuestas predicciones, anuncios, manifestaciones del porvenir… las diferentes representaciones de esas criaturas imaginadas, ha dado de qué escribir y narrar durante siglos. Ya sean expresiones de los miedos internos, tanto quimeras de un mundo maravilloso, siempre nos remiten a una realidad; diferente a la conocida, pero real en sí misma, tautológica.
El filósofo Michel Foucault, en su libro Los Anormales (1974-1975), señala que “el monstruo es, en cierto modo, la forma espontánea, la forma brutal, pero, por consiguiente, la forma natural de la contranaturaleza. Es el modelo en aumento, la forma desplegada por los juegos de la naturaleza en todas las pequeñas irregularidades posibles. Y en ese sentido (…) el gran modelo de todas las pequeñas diferencias. Es el principio de inteligibilidad de todas las formas (…) de la anomalía” (p.62). Por supuesto, él se refería a la naturaleza monstruosa y criminal del hombre. Hablaba de un individuo a corregir, un hombre anormal, pero corriente. A diferencia del monstruo como excepción de esa regularidad cotidiana.
En el espacio de arte Salatomillo, hasta mediados de agosto, Rocío Mikulic nos presenta irregularidades, excepciones, en una muestra titulada Incertidumbre del devenir. Concentradas en detalles precisos, perfeccionistas, sus líneas y trazos compulsivos nos introducen a un universo plagado de pequeños monstruos que, engendrados y domesticados por su mano – como señala ella-, han ido adquiriendo vida propia, se han emancipado de su creadora y nos conceden un relato personal, subjetivo. Con formas zoomorfas y del reino vegetal, en algunas escenas, ellos se aíslan de su propio hábitat y se nos presentan solitarios, reflexivos, expectantes. En otras, deciden revelar sus vidas, sus actividades, sus luchas. Nos miran, con ojos afligidos, perplejos. Algunos parecen acarrear pesadas cargas existenciales sobre sus espaldas. ¿Las soportarán? No lo sabemos…
Sí sabemos que, el hecho de darles vida sobre el papel y no saber cómo evolucionarán, cómo mutarán, ha sido –y es- una constante en Mikulic. Pero ella los deja ser; y ellos, nos manifiestan una y otra vez incertidumbre en su devenir. Una sensación que no les permite augurar un futuro hábitat de este lado -desde dónde los observamos. Quizás seamos nosotros los monstruos a sus ojos, destruyendo nuestro futuro, a cada paso de “progreso” que damos en nuestra biósfera. Tal vez por ello, se refugian allá, en el papel, en las tintas, en el mundo del dibujo. Ya que allí –bien lo saben ellos- son las anomalías posibles y vivirán por siempre.
Valeria Darnet es Licenciada en Artes Plásticas. Docente UNaM. Artista Grabadora.
Imagen: https://salatomillo.wordpress.com/2013/07/24/las-anomalias-posibles/