“(…) al arte le es permitido ir al mundo sin el compromiso de atribuírsele un significado exacto, como sería con la ciencia.”
Merleau y Ponty
La contemporaneidad ha logrado que el arte amplíe la relación del espectador con la obra, entendida ésta como fenómeno en constante manifestación; es decir, no acabada, ya que es aquel sujeto quien la percibe y le da sus diversos significados, a la visión propia que, del mundo, expresa el artista. Ante la obra, se da un proceso de relaciones complejas que produce ese no sé qué, que nos atrae. Pues, la obra de arte se ha convertido en un lugar de extrañamientos y memorias, no como un modo de registro histórico, pero sí como una manera de reconocerse con o en la obra, lo cual va edificando parte de la identidad del hombre y de sus territorios.
Doppelgänger es una palabra proveniente del vocablo alemán que literalmente significa doppel: doble, gänger: andante, es decir, `el doble que anda´ o `el que camina al lado´; y suele ser usado para designar el doble espectral del ser humano, su bilocación, su otro yo. Para el folclore popular germano, el mito del Doppelgänger implica que ver a tu otro yo significa un augurio de mala suerte, enfermedad, o inclusive de muerte.
El término ha sido utilizado a lo largo de toda la historia, especialmente en la literatura, para ilustrar nuestra doble naturaleza humana, entendida ésta como las dos caras de una misma moneda. Un ejemplo claro de ello, dentro del género de la literatura fantástica -aun cuando hoy pueda ser juzgada como un caso de esquizofrenia- nos los da Robert Louis Stevenson con el célebre Dr. Jekyll, quien se transforma en Mr. Hyde luego de ingerir ciertos elixires o pócimas; idea a su vez tomada de Los elixires del diablo, de Hoffman, donde el protagonista Medardo es perseguido por su doble, en ocasiones corpóreo, y en otras, producto de las construcciones de su mente. Este proceso del doble materializándose en un lado oscuro y desconocido del hombre, es a lo que Carl Jung llamó la sombra.
Bajo estas premisas, Jorge Macchi revela en el título de su obra Doppelgänger, imágenes que –desde la visualidad inmediata- nos remiten directamente al trabajo del psiquiatra suizo Hermann Rorschach en su búsqueda por obtener información sobre la personalidad de quienes trataba, a través de un test de diez manchas de tinta simétricas y abstractas, que le sirvieron para sacar conclusiones sobre cuán introvertido o extrovertido era el paciente. Con este test, logró descubrir que la percepción visual está influenciada por la personalidad.
Sin la intención de realizar un análisis psicológico, el artista logra proyectar su visión del mundo que lo rodea en un determinado momento. Pero estas apariencias que nos presenta, esconden algo mucho más profundo… algo con extrañeza. Las mismas, encierran historias tropezadas, yuxtapuestas, coligadas. Narraciones violentas, complejas, de lo cotidiano, que no son captadas a simple vista; están simuladas. No obstante, incluyen relaciones directas de la palabra, el texto como imagen, lo cual nos dificulta aún más su catalogación dentro de un marco estilístico artístico tradicional; ya que también, a partir de la estampación de formas y signos gráficos sobre la pared de una sala como soporte, nos lleva a reflexionar respecto del grabado expandido en el espacio expositivo. Todo ello implica una cercanía ineludible a una estética transdisciplinar. El lenguaje utilizado por Macchi en Doppelgänger es uno, pero a su vez, otro. Es manifestación de una alteridad inherente.
Jorge Macchi, Doppelgänger, Bs. As., 2008. Disponible en: http//www.jorgemacchi.com/es/obras/doppelganger
Valeria Darnet es Lic. en Artes Plásticas. Docente FAyD. Artista grabadora.