Generación DIY

Existe un fenómeno social cada vez más notable: la generación DIY (hacelo vos mismo).  Una forma de autoproducción sin esperar la voluntad de otros para realizar las convicciones propias. Movimiento claramente influenciado por la ética hacker que, según Pekka Himanen en su libro La ética del hacker y el espíritu de la era de la información, (Finlandia, 2001), desafía la ética protestante del trabajo expuesta por Max Weber.

Siempre existieron personas dispuestas a construir cosas -el tío que con cualquier motor hacía un lavarropas o el vecino que reparaba los muebles- antes que la sociedad de consumo y la denominada globalización se encargara de llevar estas prácticas a segundo plano reemplazándolas con estrategias comerciales como la obsolescencia tecnológica.

¿Cuál es la diferencia de nuestros antepasados con los hackers contemporáneos? El compromiso con el libre conocimiento y la manera de compartir proyectos, compartir es bueno y gracias a internet, compartir es fácil. Solo hay que saber mirar, mientras los medios masivos de comunicación muestran los alegres acampantes en USA pendientes a la salida del Iphone6, hay miles de chicos inaugurando hacklabs, construyendo prótesis para discapacitados, ingenieros y arquitectos liberando planos, artistas produciendo sus herramientas digitales, genios de la electrónica creando dispositivos baratos.

El avance tecnológico en este ámbito es ridículamente exponencial: recordemos hace poco el cuestionamiento al DIY de las grandes corporaciones que se refería al nivel técnico -lo comunitario es cutre-, hasta que apareció la placa Arduino transformándose en el líder del mercado, la cámara Elphel de alta calidad basada 100% en hardware y software libre; y hace poco la gran noticia de la liberación de las patentes del auto eléctrico Tesla para que cualquier fabricante lo pueda llevar a producción por citar algunos entre los cientos de ejemplos que existen.

El futuro es incierto, solo podemos reconocer que en un mundo dónde hay más ordenadores que personas es interesante que estas iniciativas se hagan cada vez más populares y la característica en muchos casos es la prioridad de la funcionalidad vs la estética, lo que trae a colación.

Finalmente, recordar algunos conceptos de Ernesto Oroza en el documental cubano sobre desobediencia tecnológica: “Romper con la autoridad de los fabricantes de objetos, la estética, el concepto del producto como una unidad para apropiarse de la tecnología y adaptarla a sus necesidades no solamente para sobrevivir sino para alcanzar una liberación moral”.

 

JM Guaimas es estudiante en etapa de Tesis de Ingeniería en Informática, por la Univ. Gastón Dachary. Desarrollador Web de Oberá en gdotg.com, miembro de MiSoL, SoLAr, Creative Commons Ar CC-By.

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