A mediados de los 90’s surgió lo que podríamos decir como la última corriente estética que intentó traer cierta “pureza” en el cine, donde los directores daneses Lars Von Trier y Thomas Vinterberg crearon un manifiesto y el voto de castidad con diez reglas que debían cumplir las películas para obtener un certificado, al inicio del film, que afirmaba pertenecer al tan religiosamente llamado Dogma 95. Las primeras películas fueron danesas, no demorarían mucho en llamar la atención y obtener reconocimientos en varios festivales, y que luego se irían sumando varios casos aislados de otros países. Como Fuckland (2000), de José Luis Marqués, una película argentina que se filmó clandestinamente en las Islas Malvinas y que logró inscribirse como el Dogma #8.
Se trata sobre un argentino (Fabián Stratas) que viaja a las Islas Malvinas con la idea de tener sexo y dejar embarazadas a varias mujeres, para que los hijos con la nacionalidad argentina puedan repoblar/recuperar las islas. Esta filmada con una cámara que lleva el protagonista a todas partes, incluso colgada de su cuello, pero sin que la gente se dé cuenta que esta encendida. Así, la película es realizada con una impronta documental que se acerca mucho a su meta en el largo camino de la búsqueda por un registro lo más cercano a la realidad, sin mucha intervención (como lo demanda el manifiesto), a pesar de la inevitable y ardua tarea en el momento del montaje que seguramente tuvieron que hacer para seleccionar esos 84 minutos de las 65 horas de filmación.
En cuanto al argumento, me parece que no hay discusión sobre lo patético que es. Se nota que su misión radica justamente en la controversia, en todos los sentidos. Delata por cuenta propia a la ficción que lleva adentro para demostrar que no todo fue instantáneo e improvisado, como en las tomas que no fueron filmadas por el protagonista y que son momentos claves del relato, como diciéndonos: “todo lo que estamos haciendo en esta película es malintencionado, sí, pero tenemos un límite”. Incumplieron los mandamientos del Dogma 95 (como lo hicieron todas, al final), generaron enojo en el pueblo británico y particularmente en los isleños que fueron filmados sin su consentimiento. Y, lo que quizás no imaginaron es que, además lograron el repudio del público argentino, no solo por la idea extremista refugiada en la soberanía, sino también por poner como protagonista (sin generalizar) a un típico porteño con plata que cuando viaja lo único que logra es dejarnos mal parados con su actitud soberbia y grotesca.
Se puede servir como un experimento que alimente al debate clásico que se tiene sobre las fronteras entre la ficción y el documental, y por qué no como un ejemplo por parte del cine argentino, para ser testigos y vivenciar las consecuencias de todo lo mencionado anteriormente. Pero, si el paladar es más exquisito, esta película se puede comer una sola vez, y es preferible esperar a un plato principal de este tipo de películas, como podría ser cualquiera del maestro Abbas Kiarostami y principalmente Close-up (1990), donde además de hacerle jugar al espectador en esa hibridez, hay un compromiso más real desde lo político y humano.
Maximiliano Quevedo es estudiante de Realización Cinematográfica en la ENERC sede NEA y de Crítica cinematográfica.
Datos técnicos
Título: Fuckland
Año: 2000
Duración: 84 min.
País de origen: Argentina
Guión y dirección: José Luis Marqués
Música: Sergio Figueroa
Fotografía: Alejandro Hartmann, José Luis Marqués, Guillermo Naistat, Fabián Stratas
Reparto: Fabián Stratas, Camilla Heaney.