Presentamos, en esta oportunidad, algunas reflexiones sobre el artista misionero Abelardo Ferreyra. Frecuentemente escuchamos decir al artista que las manos modelan el cerebro; nosotros, como hacedores de imágenes, sabemos que existe una estrecha vinculación entre las manos y el proceso de percepción y creación de una obra de arte. Es decir, tenemos presente ese proceso que relaciona el sentir, el pensar y el hacer.
Parafraseando al maestro Abelardo, las manos son intermediarias, medios de comunicación que permiten vehiculizar la fuerza del inconsciente; inconsciente que aclara y produce signos. Signos que hacen ver la importancia de ser hombres y fundamentan la supervivencia como posibilidad y el buen vivir como manera.
La insistencia de Abelardo Ferreyra en la creación de talleres infanto-juveniles refiere, justamente, a la vinculación de las manos con el cerebro, con el desarrollo del ser humano, evolutivo, social, emotivo. A la vez, refiere a la posibilidad de extender las investigaciones artísticas a través de la enseñanza. Abelardo siempre ha hecho esto desde una perspectiva holística incorporando los pilares de la Universidad: investigación, enseñanza y extensión.
Como maestro, marcó el camino de muchas personas, y aún hoy continúa brindando su experiencia y conocimiento a quienes se acercan y quieren conocer el arte. Orienta el recorrido de varias personas. Aunque es muchas veces cuestionado y bastardeado, sobre todo cuando expone sus pensamientos, sus verdades, para nosotros es un verdadero guía.
Como artista es un genio, y tras esta genialidad muchas personas no logran vislumbrar, en sus obras, ese “algo más”. Muchos genios fueron considerados genios después de años. ¿Por qué nos cuesta tanto valorar la vida y valorar el arte? ¿Por qué tenemos que estar mirando siempre hacia otros países, a otras metrópolis, para considerar artistas o genios a personas extrañas pero que están en el auge de la moda o son considerados artistas sobresalientes por otros? También tenemos la visión, la percepción y el lenguaje artístico para contemplar una obra, reconocer la genialidad en una persona y valorarnos como personas, como artistas.
En la obra de Abelardo sobresale su persistencia en la producción artística vinculada con el SER, con la invención, con la búsqueda y consistencia del ser humano, en oposición al “parecer”. Se ha posicionado frente a modas artísticas y ha enraizado en nuestra tierra teniendo presente la vinculación entre el pasado, el presente y el futuro. Es una genialidad que se enmarca en las distintas perspectivas y acercamientos de las personas que lo conocen; un ser que tras un perfil taciturno y humilde encierra un verdadero tesoro de luz que ilumina y orienta recorridos.
Este pequeño relato puesto En la Mira, busca sumar y no restar, no quiere quedarse observando sombras, ni condenar a nadie con la cicuta, menos que nos la quieran dar de beber. Hace muy poco una crítica mexicana decía que el arte no nos sacará de la crisis pero aporta humanidad; nosotros estamos convencidos que la humanidad que aporta el arte permite ver caminos posibles para salir de las crisis; y sí, las manos y el cerebro tienen un importante correlato en este callejón. Como en el mito de la caverna, hay muchos puntos de luz y muchas sombras pero también a pesar de las cadenas hay manos que desatan; manos como las de Abelardo Ferreyra que ayudan a ver esos destellos de luz que brillan en el camino.
Lorena Halberstadt es Licenciada en Artes Plásticas, escultora, docente FAyD.
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