Estamos desganados,
ganados,
ovejas,
la sangre del matadero corre a nuestros pies
y olemos flores,
ramos marchitos y podridos
sobre la tumba de la humanidad,
los cuerpos caen silenciosamente
mientras todos miran,
se miran,
en pantallas vacías,
en mentiras armadas para dormir,
para dormir,
para dormir,
anestesiados de espanto,
atados a sus cruces,
a sus suelditos,
a sus matrimonios (in) felices,
a sus fiestas de cartón,
a sus obediencias indebidas,
mientras la bomba invisible de la pobreza
hambrea,
enferma,
mata.
Cuantos Hiroshimas a ignorar,
cuanto genocidio a barrer,
bajo la alfombra del miedo.
Silvia Hedman es docente de Música y expresión corporal. Trabaja en la FAyD-UNaM y en el ISPAO, de Oberá.