Reseñas en "#12"

“Limpiar la casa” (cleaning the house)

La espera había durado dos horas. El objetivo fundamental era experimentar la sensación de tener enfrente a nuestro máximo referente, una persona “inalcanzable” -por lo menos geográficamente-, y conocer su método de trabajo.

Cuando por fin llegamos a la puerta, era tal la expectativa y felicidad que nuestros rostros parecían asustados o con miedo ante lo desconocido.

Antes de ingresar nos hicieron dejar afuera todo elemento que nos conectara con la realidad exterior, sobre todo con el tiempo.

Una vez en el interior del salón de 800 metros de superficie del Centro Experimental de Arte de la Universidad Nacional de San Martín, lo inmediato fue colocarnos un aislante de sonido, para luego recibir la indicación de guardar absoluto silencio.

Casi sin darme cuenta, un desconocido me tomó de la mano para introducirme en otro mundo.  

Ese desconocido era uno de los facilitadores que nos guiaría en los diferentes ejercicios, algunos de los cuales consistían en contar granos de arroz y de lentejas, caminar ida y vuelta de manera lentísima por uno de los sectores del galpón o mirar fijo a unas cartulinas de colores -amarillas, rojas y azules- colocadas en las paredes; o simplemente permanecer de pie, sentado o acostado con los ojos cerrados u observando lo que pasaba.

Alcanzar tal estado de introspección y relajación era algo que particularmente a mí me parecía imposible en medio de la vorágine de Capital Federal, rodeada de cientos de personas desconocidas y con el solo hecho de dejar relojes y teléfonos celulares del otro lado de la puerta.

Sin embargo, apenas sentí el contacto de mi mano con la de la persona que me guiaba, las revoluciones del cuerpo, la ansiedad, los nervios bajaron a cero. Parecía que estaba en otra dimensión. Automáticamente la respiración y los movimientos del cuerpo fueron lentificándose.

La habitual necesidad de tener el control del tiempo se desvaneció, como también lo hizo el ruido de la ciudad.

Ella estaba ahí, pero ya no importaba, lo que importaba era la transformación que estábamos viviendo gracias a la experiencia performática.

Fueron dos horas y media de un tiempo artístico, imperceptible, durante las cuales floreció la calma y con ella, la conciencia del cuerpo –sus movimientos-, la necesidad de cerrar los ojos, de reflexionar, de dormir, de no dormir pero de soñar, de mirar, de llorar, de tomar de la mano a alguien, de volver a abrazar, y olvidarse de todo lo demás. Era hora de limpiar la casa.

 

Jimena Bueno es Lic. en Artes Plásticas. Artista performer.

Link: http://bienalbp.org/bp15/es/

Buscando al Hombre de Azúcar

Como verán el título es la traducción al español del nombre de la película, el cual no suena muy atractivo y menos aún cuando vemos que en su ficha técnica dice “Documental, biográfico, música”. Cuando lo empecé a ver tengo que reconocer que estaba escéptica al respecto y al transcurrir unos pocos minutos me di cuenta cuan equivocada estaba. La narrativa es fascinante, nos hace adentrarnos en la vida de este personaje de una forma tal que sentimos cada historia que se cuenta de su vida.

Nos hace reflexionar sobre la vida del artista, sobre cuáles son sus prioridades y cuales las que esperan sus fans, y cómo el arte, en este caso la música, se convierte en el grito de libertad de muchos jóvenes en Sudáfrica, durante el Apartheid, quienes luchaban contra el sistema.

La iluminación, sobre todo la usada en varias de las entrevistas, aporta y coadyuva en esa sensación de suspenso y de enigma que transcurre en la película.

Entrevistas, imágenes de archivos, imágenes de ensueño y la música de Sixto Rodríguez todo enlazado en perfecta armonía manteniéndonos fascinados y conmovidos hasta su inesperado final.

 

Claudia Procopio es Técnica en Medios Audiovisuales y Fotografía. Docente FAyD.
Título original: Searching for Sugar Man
Dirección: Malik Bendjelloul
Origen: Reino Unido, Suecia
Música: Sixto Rodríguez
Año: 2012
Duración: 86 minutos
Género: Documental, Biográfico, Música
Reparto: Steve Segerman, Dennis Coffey, Mike Theodore, Dan Dimaggio, Jerome Ferretti, Steve Rowland.

Link de tráiler: https://www.youtube.com/watch?v=UAYCxT418RA

Se fue de gira

Corría el año 1986, mientras que Argentina ganaba por segunda vez el Mundial de Fútbol, con mi amigo Sergio pasábamos muchas horas escuchando un casete de Soda Stereo. Allí había temas como “Trátame suavemente”, “Te hacen falta vitaminas”, “Un misil en mi placard”, canciones que fueron parte de una época memorable. También en esa era llegó a nuestros reproductores portables (walkman) una banda llamada “Git”, con un sonido de baterías sampleadas que se asemejaban mucho al golpe de cacerolas que todos en nuestra niñez probamos cual baterista.

Sin dudas que esta incursión, este navegar a través del mar musical nos llevó a conocer más bandas locales, y hasta empezamos a conseguir cosas de afuera. En esta etapa apareció un tal Michael Jackson, Europe con su “Final Countdown”, hasta inclusive un músico extraño llamado Elton John. Con el sólo nombrar esta variedad de estilos musicales está claro que devorábamos todo aquello que llegaba a nosotros, sin discernir ni elegir, estábamos ansiosos por llenarnos de música.

Esta conjunción musical, este entrevero de estilos marcó mi vida para siempre. Las canciones me transportan hacia cada momento, sintiendo los aromas, las texturas, la iluminación, es como si casi hiciera una regresión psicológica para entregarme a sentimientos muy adentrados en mí.

El resultado de todo esto, y mucho más que es incapaz de resumir en palabras, derivaron en una profunda búsqueda que desembocó en empezar a transitar por distintos instrumentos, con la maravillosa bendición de estar en una casa con padres músicos… Es más, mi amigo Sergio es hijo de concertistas de música clásica, y su casa albergaba ensayos con instrumentos como la “clave barroco”, violines y chelos. Las marcas de ese tiempo son imposibles de borrar.

Todos esos músicos, todos, se acoplaron a mi corazón, haciéndose parte. No me di cuenta de esa realidad hasta que se empezaron a ir. El primero que caló hondo en mí fue el Flaco, sabíamos que estaba enfermo, pero la razón no obedece siempre al corazón, cuando se fue, sentí que perdí algo, que no podía definir una angustia que me paralizó por un par de días, me dejó cansado.

Quizás el golpe más fuerte fue la ida de Gustavo, sin entrar en la discusión de su estado previo al deceso, cuando se supo de su fallecimiento me desmoroné, casi literalmente. Puedo asegurar que formaron parte esencial de mi vida, estuvieron presentes como invitados especiales tocando como parte de la banda sonora que se generó siempre en mí. Los escuché cuando estaba en la sala de espera para mis entrevistas de trabajo, estuvieron en la vuelta a casa después de haberme puesto de novio con mi esposa, cuando se fueron amigos, cuando me fui de mi casa para afrontar la vida adulta. Siempre.

La frase que se utiliza para los artistas cuando mueren es “se fue de gira”. Yo siento que los tengo girando adentro mío todavía, supongo que cuando me muera escucharé alguna de sus canciones en mi mente.

Pero, como bien lo ha dicho él y es una de sus más hermosas reflexiones, a pesar de que me rehúso a aceptarlo, sé que decir adiós, es crecer.

Andrés Perrone es Productor Audiovisual y Músico. Trabaja en UNaM Transmedia. Reside en Oberá.

Imagen: http://www.eldiario.net/noticias/2014/2014_09/nt140905/cultural.php?n=16&-grillo-villegas-estoy-feliz-gustavo-cerati-ya-descansa

La lucha por ser uno mismo

“Los únicos regalos del mar, son golpes duros; y de vez en cuando, la oportunidad de sentirnos fuerte. No conozco mucho el mar, pero sé que así es… como también sé que es importante, no necesariamente ser fuerte, sino sentirse fuerte… para medirse a uno mismo. Encontrarse en las condiciones humanas más primitivas, al menos una vez. Y enfrentar la ceguera y la sordera solo… Sin nada que te ayude, salvo tus manos y tu propia cabeza.” Into the Wild.

Mucho se ha escrito y criticado sobre la gran obra de Ernest Hemingway, de 1951, merecedora de un premio Pullitzer en 1953, conocida como El viejo y el mar.

Devorada en pocas horas, y re-devorada en los siguientes días, esta historia que narra el destino casi final de un pescador anciano en Cuba –el Viejo, Santiago-, quien conoce el mar como la palma de sus manos, así como los avatares de su cuerpo, propios de la edad y la experiencia, me ha llevado a la reflexión de nuestra mera existencia.

Bajo un léxico propio de la pesca, actividad bien conocida por el escritor, se presenta un veterano dispuesto a luchar por su oficio -que lo define desde el alma- a pesar de todas las posibles adversidades. Se lanza durante días al mar, tras su presa, con la determinación y paciencia que sólo los más calificados poseen. La consigue. La domina. La defiende. La pierde.

Pero la historia continúa, como su vida lo hará, y su oficio también. La lucha por ser uno mismo, no termina en las batallas perdidas. Y como bien lo dice el autor, “El hombre no está hecho para la derrota. Un hombre puede ser destruido, pero no derrotado.” Sin embargo, al llegar el momento de enfrentarnos a nosotros mismos, ¿reconocerá alguien esa elemental diferencia?

 

Valeria Darnet es Lic. en Artes Plásticas. Docente FAyD. Artista grabadora.

Datos de la obra
Título: El viejo y el mar
Autor: Ernest Heminghway
Año: 2012. (1951)
Argentina: Ed. Debolsillo.
Pp: 160

Link editorial: https://www.casadellibro.com/libro-el-viejo-y-el-mar/9788499897677/1998005